miércoles, 4 de agosto de 2010

La Culpa la tiene Eric Burdon

Desde pequeño la música fue una parte intrínseca de mi ser, desde queme acuerdo me formó una identidad y fue fundamental para forgar la pasión que hoy en día comparto en estas líneas con ustedes queridos lectores. Recuerdo que mis primeros recuerdos con la música están ligados con los Beatles (el primer grupo que tengo memoria alguna), los Byrds (cuyo Greatest Hits fue el primer disco que aprendí a poner por mi cuenta, Led Zeppelin II (que fue como el Big Bang del rock) y probablemente también lo fue: The Best of Eric Burdon & The Animals 1966 - 1968.

Al principio parecía que no eran tan relevantes dentro de mi propia construcción musical, un grupo que se había perdido dentro de mi registro de la British Invasion y que estaba guardado en aquella compilación de Rhino Records y en un disco que le regalamos a la tía M una Navidad. Ahí escuche por primera vez un rock psicodélico duro, agresivo y sobre todo crudo. Si tiempo después me pregunté el por qué hay un affair con el blues, esta puede ser una respuesta directa. Un sonido que se mantiene dentro del inconsciente de uno y se internaliza para crear un ritmo, un caminar.

The Animals fue un grupo que para mi estaba entre la espada y la pared, de la repetitiva programación del radio de "rock clásico" y en aquel límite de un grupo que escondía mucho más allá de "House of the rising sun". Para mi canalizaba también el sonido de Tina Turner, del pop de Phil Spector y en medio de todo se encontraba la experimentación sonora de una era de vanguardia sonora. Todo esto creo que lo escuche en este disco.

Recuerdo ese sentimiento de rebeldía contestataría que "When I was young me" me provocaba. "And times were very odd, when I was young". En el rock encontraba un lenguaje de libertad, de rebeldía, me incitaba a la reflexión de cuál sería mi rol en este mundo, cuál sería el motor que daría sentido a mi vida. Aquella liberación de la mente, la lideró Eric Burdon con sus acordes disonantes, con sus elogios altavoceados a las noches de San Francisco, solos psicotrópicos, experimentos sonoros y sobre todo una pequeña voz que se sembró en mi cabeza para gritar y cuestionar todo lo que esta a mi alrededor. La culpa la tuvo Eric Burdon y le agradezco la revolución que hizo en mi cabeza.



Nos leemos pronto.

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