Destruye Hogares
Llegué con miedo a querer tener algo que
creí siempre fue mío. Aunque nunca no le tocado, ni me pertenece. Una
pertenencia metafísica a creer algo que es mío y me identifica a hacia lo que
soy y hacia lo que somos nosotros.
Llegué con miedo a escuchar un disco que
tiene mucha historia por detrás. Una promesa de destruir lo que conocemos, los
recuerdos familiares, guardar
algunas fotografías viejas en armarios para dejarlas tomar edad y peso.
Y entonces estaba ahí sentado frente al
librillo de papel. Hacia un aparente recuerdo de una actividad pasada y de
leyenda. Sentarse a escuchar por primera vez. Hacer nada mas que enfrentarse a
un viaje nuevo, hacia algo que nos trae sentimientos encontrados de miles de
noches que pasamos juntos entonando tus coros, grabando tus versos en nuestra
propia piel.
“Voy escribir una canción que hable de mi, que hable de todos
Que hable de todos los que tienen
destrozado el corazón.”
Siempre fuiste un pasado reciente y ahí
siempre estabas. Siempre deseamos estar ahí, mientras aquellas fotografías, que
ahora se quemaron con el tiempo, las queremos borrar. Negaremos que han
existido, que nunca quisimos que la historia fuera así. No puedo escribir sin
ser visceral, sin tener que invocar la letra y la música de quien ha marcado el
ritmo de varias generaciones en las exploraciones de nuestras curiosidades e
idiosincrasias. Seguimos siendo infantiles, y hablamos de criaturitas,
animalitos y dinosaurios. Nos seguimos riendo de la autoridad de nosotros
mismos y nos hablamos tan feo que es amor puro.
He dejado de escuchar la música de Fobia
por qué su historia es aquella relación tan atormentada que tenemos con la
música pop. Nuestra historia personal se entrelaza en querer la complicidad de
componer una canción, de ser nuestro propio chiste local. Nuestro propio club
al que tú no perteneces, aunque lo desees.
Somos los comunes entre su pequeño club.
Sin embargo, nosotros creamos el nuestro a dónde ellos no pueden entrar. Donde
nosotros marcamos las pautas de nuestra propia canción y la relacionamos con
nuestras propias experiencias y canciones.
Se llama “Destruye Hogares” y sus letras
parecen lidiar con el pasado reciente. Son estas interminables discusiones que
tienes con aquellos cómplices con los que un día decides unir melodías. Ahora
esa complicidad parece que ya no existe, se difumina el mito en una realidad
que nosotros quisimos construir. Somos humanos y nuestros mitos contemporáneos
no llegaron al Olimpo, ni robaron el fuego de los dioses. Algunos parece que
pagaron el precio de querer seguir adelante con el deseo impulsado en el ritmo de
una canción. Es aquel sentimiento que nadie realmente te puede explicar por qué
lo hace, pero sabes que está ahí.
Cargan y cargarán con sus historias de
bateristas, de aquellos mundos felices que construíamos para aislarnos y
refugiarnos de la maldad del universo. Siempre fue de alguna manera nuestra
zona de confort y ahora parecía que ni siquiera eso estaba seguro.
El viaje era incierto pero asegurado. No
sabía de que manera íbamos a llegar al otro lado. Solo tenía el conocimiento de
que en 39 minutos algo iba a pasar, llegaríamos a otro lado y lo haríamos en la
misma complicidad que lo habíamos hecho millones de veces. Hablo de la música
como un acompañante, una explicación hacia explicar nuestra absurda existencia,
un catalizador de nuestros sentimientos
y una razón de estar.
La música pop nos hace estar, nos valida
nuestra persona, nuestros problemas y nuestras fantasías. Nos crea en un lugar
en tiempo y espacio. Sabemos que al final de que la aguja cayó sobre el surco,
nuestra vida nunca fue igual.