Tricky tiene todos los elementos para hacer un concierto memorable. Una excelente banda en vivo, un gran repertorio de canciones y una de las experiencias sonoras, equiparables con sus primos Massive Attack. Sin embargo, la experiencia resultó ser tediosa, excesiva y hasta cierto punto innecesaria.
Empezaremos por la primera hora que el público tuvo que esperar en lo que el show empezaba, para recibir un concierto que sonaba mal. Vocales perdidas, atmósferas planas y casi inexistentes, en un intento de ser una banda de rock y sonar crudo. Justamente se alejó de aquel sonido característico, pesado y envolvente, para dedicarse a coverear "Ace Of Spades" en una versión sobrante y que poco a poco causo mi desconexión con el espectáculo. Mientras sus movimientos en el escenario se asimilan más a quererse sentir 50 Cent o algún rapero sin camisa, por otro lado busca sentirse un rockstar y querer subir al público, a bailar o echar desmadre, en medio de atmósferas de aislamiento y un espectáculo que no es Girl Talk.
Además de no tener virtualmente ninguna comunicación con el público traía una pose demasiado egoísta y auto absorbida. El espectáculo que esperaba no era el de un rockstar de pose, y tampoco era un espectáculo tedioso, sin dirección, y sin generar ninguna conexión. El público a veces se conectaba en un baile zombie con la música, en otros momentos se perdía en miles de pedazos, para aplaudirle a un ego en dos patas, que además tiene el lenguaje corporal similar al de un instructor de baile para señoras. Desafortunadamente son experiencias que pesan, el viaje de dos horas, fue cansado, de pocas recompensas y me dejó con un sabor de boca, de insatisfacción total. Aún cuando tiene una gran grupo de músicos, gran repertorio de canciones, y todo el potencial para hacer un viaje musical de dos horas, en el que lleves al público por un mar de emociones y atmósferas sonoras. No en un viaje de montaña rusa, que te deja de gustar, después de una hora de show.
Ni el hecho que homenajearan (a mi parecer), "Glory Box" de Portishead e inmiscuirla en medio de sus propias composiciones (sampleando la original Ike's Rap II de Isaac Hayes -pequeña fe de erratas-) lo pudo rescatar para acercarnos a la música, los hizo un espectáculo completamente alejado, impersonal y sumamente desinteresado de generar una conexión con el público, y no refiero al hecho que se quiere sentir Iggy Pop, en medio de ritmos de dub. Sino que terminó el concierto en un acto más desesperado de publicidad y morbo, que en cerrar un concierto y callar a los escépticos. En disco existe esa conexión, logra llevarnos a través de tantos paisajes y recorridos atmosféricos, a caminos nocturnos, contemplativos y sumamente gratificante. Pero en vivo, es meramente un intento de ser lo que nunca quiso ser.