Existen experiencias revitalizantes cuando un grupo logra superar todas las expectativas y todos los rumores que existen alrededor de un acto en vivo. Son aquellos momentos de glorioso éxtasis en donde se genera una extraña e intima conexión con todos los que se encuentran a tu lado, desde los conocidos hasta los desconocidos, todos forman parte de este extraño collage de individuos respondiendo de maneras completamente distintas y sin embargo conectados por aquellas melodías, acordes y canciones que nos remiten a un lugar. Cada una de las personas ayer reunidas, experimentaba momentos, revivía sentimientos, lugares, recuerdos, personas, historias vivas y revivía algún pasado, cada uno desde su propio lugar, desde su propia perspectiva, cada uno llenaba aquellos espacios en blanco diseñados para las palabras que nunca puedes o quieres decir. Aquellos recuerdos y sentimientos, aquellas sensaciones de placer, todas esas noches de largo insomnio, al lado de aquella canción que es la llave a aquel mundo.
Los ejercicios periodísticos se los dejaremos a aquellos competentes para escribir factualmente, para repetir la información de maneras metódicas. la sede, el setlist interpretado, y probablemente para este punto, sí usted fue uno de los asistentes seguramente ya tuvo algún acceso a este tipo de información. En cierto sentido es completamente irrelevante, en dónde fue, quienes eran los asistentes y sí era una extraña visión revitalizada de un grupo de individuos que de maneras ritualisticas, acuden a un concierto de su grupo favorito en total reverencia, su atuendo es igual que ir a la ópera. El concierto se convierte por un lado una extraña pasarela de individuos, que presume el acto en sociedad, sin darle la importancia al ritual, se convierte simplemente en una convención de hipsters, chavos cool, y todos aquellos adjetivos que se puedan agregar, aquellos que se bailan despreocupadamente al compás de los azotes de Joy Division, pero más cercanos a parecerse a Snoopy y Woodstock bailar.
Así en ese extraña mezcla de ambientes, vibras y personalidades completamente dispares, se llega a un punto de encuentro, a un equilibrio a partir de la música, en el que cada individuo se convierte en un ser vulnerable y expuesto ante una melodía, una nota, un silencio. Es en aquel momento, donde cierras los ojos para ver la música a través de la obscuridad, a través de tus ojos, y de poder conectarse con el pasado, para revivir todas aquellas fotografías, aquellos recuerdos que tenías guardados con aquella canción. Aquellos versos que en la obscuridad de la nada, desnudan tu alma, para cobrar vida y ser parte de un soundtrack, que te conecta y te regresa a aquel instante de otro momento. Todo esto ocurre dentro de un espacio atemporal con los sonidos de Kashmir.
Nos leemos pronto.
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