Desde hace unas semanas la nostalgia por los 90's ha invadido todos los medios, hasta esta su pequeña guarida refugiada por los dioses del Olimpo musical, y sí es cierto que ciertos eventos tenían más importancia en esos años mozos, las aventuras musicales se emprendían de otra manera, de consumir y cazar la música que algo te generaba. Claro eso en un mundo y a una generación a la cual, aceptémoslo, no pertenecimos, por lo menos los contemporáneos de mi generación, nos encontrábamos sumergidos y dominados por el pop comercial, en la cual nos importaban más los New Kids On The Block, que andar en la búsqueda de algún recóndito sencillo editado por Sub Pop, todo mundo tenía sus discos de Michael Jackson, coleccionaban sus compilaciones de "Now! That's What I Call Music Vol. 2,500" o en su defecto los "Dance Clubs", o cantaban el éxito del mocosito francomexicano cuyo nombre no quiero ni recordar (y en este momento sería crucial no ofender a las frágiles y endebles relaciones internacionales del mundo actual).
Aquellas aventuras musicales y descubrimientos musicales por exponerte a la radio, la televisión, a esperar horas a ver tu video favorito en MTV y antes de eso en la programación musical que el canal 7 tenía con un largo segmento dedicado a la música. Los días antes de Pitchfork, la sobre exposición de un género/sonido inexistente, en medio de la dominación de la nación del rock alternativo. Además de los interminables recuentos de las visitas religiosas a las tiendas de discos, en el esperado lanzamiento del disco. Hoy en día la gran mayoría lo escucha semanas antes de su lanzamiento, al acabar mágicamente dentro de las redes de intercambio de archivos, y son pocos los que llegan al objeto físico. Sí ya sé, que siempre me remito a ese purismo del formato físico, pero es parte fundamental de generar conexiones emocionales, son aquellos lugares favoritos y aquellas fotografías de vida.
Los lanzamientos musicales eran "eventos" importantes en la vida de los fanáticos y compradores de discos. Se formaban horas, días, en espera de ver una nueva obra de su preciado artista en los anaqueles lista para que fuera devorada y se convirtiera parte de nuestras vidas. MTV hacía las coberturas de los actos más grandes, eran eventos masivos en Times Square, en las Megatiendas de Virgin y en todos aquellos megaemporios diseñados para exprimirnos hasta la última gota de nuestros ahorros por aquella sed de música, y que ahora son dinosaurios del pasado que luchan desesperadamente por sobrevivir la crisis de la industria que llegó para quedarse y para plantear muchas interrogantes sobre el futuro de la distribución de la música, la manera en que la consumimos y sobre todo plantear propuestas sobre nuevos modelos funcionales en los que se pueda coexistir con la tecnología, sin alienar al fanático/consumidor/escucha.
La semana pasada Radiohead anuncio el lanzamiento de "The King Of Limbs" el esperado regreso de una de las bandas más importantes de los 90, y la siguiente aventura musical después del innovador "In Rainbows". Pasaron tres días para que el anuncio fuera una realidad y el mundo tuviera en sus manos, el nuevo disco. Si bien con In Rainbows, pusieron a temblar a las grandes corporaciones (¿verdad EMI Parlophone?), quienes tomaron las riendas del negocio e impusieron el modelo "Pague lo que quiera" por un pedazo de arte musical. Una exploración nueva, en donde mantienen su sonido, aquellas atmósferas incómodas y desamparadas, al borde del abismo. Complejos arreglos de polirítmias y esas texturas que si nos ponemos exigentes, se encuentran en su música desde Kid A.
Vivir con la música, me parece, escucharla, digerirla, vivirla o más bien dicho, vivir con ella, hacerla parte de nuestra existencia, llenarla de detalles y clusters de información codificada, conectarla con individuos, situaciones; con aquel sentimiento de pertenencia, de quitarle aquel poder al creador para apropiarla. Hacerla tuya.
Yo no soy de aquellos que dice que uno "no entiende" a Radiohead y aunque sí me considero un purista forever, no tengo problema con que "los otros" sólo conozcan "Creep", con aquellos que satanizan a la banda por "venderse", por ser "pop", o por que su música la pasen en ciertas estaciones de radio de dudosa reputación. Llevó escuchando a Radiohead desde 1995, me he peleado con su música, soy de aquellos que nos escandalizamos por las atmósferas del "Amnesiac", que puedo ponerme a chillar con "No Surprises" y que verlos tocar "Paranoid Android" en Later With Jools Holland, fue cómo haber visto a Elvis en televisión por primera vez. En pocas palabras, he vivido con la música de Radiohead por los últimos quince años de mi vida y puedo decir que por eso aprecio mucho más "The King Of Limbs". Por qué Radiohead siempre me ha pedido, que lo escuche detenidamente, qué deconstruya sus melodías, sus letras, qué reflexione sobre mi ser, mi entorno, el mundo interconectado e inmediato de la actualidad, qué me acuerde de Marvin, el original "Paranoid Android" de "The Hitchhiker's Guide To The Galaxy". Ahora me siento plácida y cómodamente en mi silla preferida, con mis audífonos, para disfrutar una y otra vez "The King Of Limbs", mañana saldré al mundo con este disco, por mientras se queda en aquella guarida, en aquel templo sagrado custodiado por los dioses del Olimpo musical, listo para emprender una aventura musical nueva cada vez qué le ponga play.
Nos leemos pronto.